Seda



En la Plaza Nueva de Bilbao, bajo sus pórticos, los domingos por la mañana son una algarabía, libreros que se dedican al libro viejo y de segunda mano montando sus puestos, también lo hacen coleccionistas de sellos y monedas, algún que otro chamarilero o hasta quien sobre un mal trapo coloca en el suelo objetos viejos sin ningún valor que ha encontrado husmeando en los contenedores de la basura, coleccionistas de cromos u otros que se dedican a la cría de canarios o jilgueros, vamos, la plaza es un hervidero de gente comprando y cambiando por sus cuatro esquinas. Otros, ajenos, toman un blanco o un vermut acompañando a unas rabas mientras disfrutan del bullicio de la mañana de domingo. El pasado último me acerqué a la búsqueda de un libro viejo, quería que estuviese bien editado, de no muchas páginas para no eternizarme en él y utilizarlo como agenda y cuaderno de acuarelas. Cogí éste, Seda, de Alessandro Baricco, me gustó, ojeándolo vi que había pertenecido a alguien a quien se lo habían regalado, tenía una sencilla dedicatoria: te quiero. Un buen regalo; a partir de ahora yo lleno de dibujos ajenos al texto y en él anoto citas que si no lo hago se me olvidan.