Belderg Harbour, bahía de singular belleza de roquedales basálticos por la que pasé en varias ocasiones, el frío y la lluvia dificultaron mi trabajo de pintar a la acuarela.
Pequeñas embarcaciones en los alrededores del puerto languidecen de inactividad mostrando sus frágiles esqueletos ya irrecuperables. Junto a la casa y el puente de la izquierda, sorprendente, otro esqueleto, los restos de una ballena azul me traen a la memoria épicos relatos de los duros hombres de estos mares.
De vuelta a casa rodeo la montaña turbera Tawnaghmore en la que se dibuja el viento y el frío habituales. Es noviembre.
Antes de llegar a casa, en Ballycastle, pararé donde «Polke's», lo hago a diario, establecimiento de alimentación y bar en funcionamiento desde finales del siglo XIX y que regenta Brian Polke quien desde el primer día me brindó su amistad.
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