Entre Retes de Tudela y Artieta


Este fin de semana he salido a pasar la mañana con mi nieto Oier, tiene cuatro años. Hemos ido hasta Artieta a ver a su perra Lai. Es un camino por monte, en momentos muy pedregoso, la lluvias pasadas se han llevado la tierra y se hace difícil caminar. En otros momentos hemos tenido que salirnos de los caminos por el barro acumulado, hemos tenido que entrar reptando por debajo de las alambradas de espino de los  prados en los que pastaban muchísimas vacas. Tengo la impresión que a pesar de las dificultades lo ha pasado bien. Iba contento y me insistió que quería parar a pintar, y así lo hicimos. El primero lo hicimos al subir para Artiera y el segundo al volver a casa, paramos en el mismo lugar, pintando sobre un muro que nos servía para apoyar las acuarelas y el cuaderno. Me encantan los dos, pero en el segundo quiso dibujar al perro que nos acompañaba, era el padre de Lai, un Seter ya mayor; me decía que no sabía dibujar el perro...; Oier, dibújalo como te lo imaginas, te quedará bien; me gustó mucho..., las manchas del pelo..., las orejas, una maravilla. Pintamos juntos y lo paso en grande.

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