Viñedos de Pieros - 17 Febrero 2012 - Acuarela |
Llevaba treinta kilómetros en mis pies, estaba cansado, ya no podía más, tenía que descansar, comer y pintar. Hice un bocadillo con cecina leonesa que llevaba en la mochila desde hacía unos días y con un pan tierno que había comprado a un panadero ambulante en Cacabelos y lo fui comiendo mientras pintaba tirado en un ribazo y disfrutaba del paisaje berciano. Los aldeanos andaban en el podado de cepas y los viñedos aparecían limpios a la espera de mejores temperaturas y comenzar su transformación, el brote compulsivo de hojas y pámpanos que transformarán el paisaje, no más bello, distinto, yo gusto de disfrutar los paisajes invernales de cromatismo contenido y sutil. Hasta Villafranca del Bierzo, final de etapa todavía me quedaban unos seis kilómetros que se me hicieron costosos, duros para mis maltrechos pies. En el albergue, el hospitalero, el señor Jato, al verme, casi lo primero que hizo, después de abrazarnos y saludarnos, fue hacerme una imposición de manos y sanar mi maltrecho cuerpo..., me dejo querer y Jato es especial, gracias.
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