Este fin de semana lo he pasado en La Rioja, en Castroviejo, quizás la aldea más alta de la Sierra del Serradero. Nos juntamos los cuatro hermanos con nuestras esposas, y una cuñada de Enrique y su marido. Reunión alrededor de la mesa: una menestra de verduras, unos buenos rapes a la brasa, un cabrito asado en el horno, unas ensaladas, y todo regado con riojas, cafés, dulces, whisky, unos bailables y desencuentro al hablar de poítica. La mañana del domingo disfrutamos subiendo al monte, hayas y robles hasta el alto cubierto por una alfombra de pastos y restos de una nevada reciente al abrigo de acebos floridos y olorosos matorrales de boj.
(Arriba, mis hermanos Enrique, Fernando y Leopoldo, y yo, abajo, El Serradero, mirando hacia la cumbre del San Lorenzo, la cota más alta de La Rioja, oculta tras las nubes.)
(Arriba, mis hermanos Enrique, Fernando y Leopoldo, y yo, abajo, El Serradero, mirando hacia la cumbre del San Lorenzo, la cota más alta de La Rioja, oculta tras las nubes.)
De nuevo en el estudio he trabajado en unas acuarelas y en este cuadro: