Apenas me quedan un par de semanas para partir al Camino de Santiago. Estoy, aunque no demasiado, entrenando para ponerme en forma. Hace unos días ascendí al Pagasarri desde el barrio bilbaino de Rekalde, un ascenso de apenas una hora pero que se me hizo duro. Desde el alto el camino es llevadero, sube y baja y senderos angostos bordeando el Ganekogorta, desde donde está pintada la acuarela mirando hacia Artziniega y la Sierra Salvada. A partir de este lugar el camino es una pista que se abandona para llegar a la ermita de Santa Lucía y desde allí continuar por una carretera de descenso duro que te carga las rodillas. En Llodio visité a mi amigo Aldama, pintor con el que he disfrutado durante años saliendo a pintar al campo, tomamos algo juntos y volví a Bilbao en tren. Dieciocho kilómetros más o menos. Me parecieron más.
Paisaje
Apenas me quedan un par de semanas para partir al Camino de Santiago. Estoy, aunque no demasiado, entrenando para ponerme en forma. Hace unos días ascendí al Pagasarri desde el barrio bilbaino de Rekalde, un ascenso de apenas una hora pero que se me hizo duro. Desde el alto el camino es llevadero, sube y baja y senderos angostos bordeando el Ganekogorta, desde donde está pintada la acuarela mirando hacia Artziniega y la Sierra Salvada. A partir de este lugar el camino es una pista que se abandona para llegar a la ermita de Santa Lucía y desde allí continuar por una carretera de descenso duro que te carga las rodillas. En Llodio visité a mi amigo Aldama, pintor con el que he disfrutado durante años saliendo a pintar al campo, tomamos algo juntos y volví a Bilbao en tren. Dieciocho kilómetros más o menos. Me parecieron más.