El taller de Carmelo Camacho


Con frecuencia visito a mi amigo Carmelo Camacho en su taller, me resulta estimulante. Es entero él, su aire.
Me pasa con Brancusi, me conformo con ver la fotografía de él en su taller, pleno, no necesito más.
Pero la verdad es que con la pintura o  ante la escultura resulta necesario acercarte, oler, tocar, sentir cómo se han generado; es la ventaja que tengo al moverme entre las obras de Carmelo. Verlas plenas.
En la última exposición de Brancusi en el Guggenheim Bilbao algunas obras me parecían ajenas a él, a esas manos cruzadas en el descanso del taller.