Lugar en el que me perdí. Acuarela, 2005, 15,5 x 21,5 cm
Como os comentaba hace un par de días, el ascenso a Velate me resultó duro, muy duro, pasando por momentos difíciles. Me puse nervioso y opté por llamar al 112, teléfono de emergencia, les di las referencias del lugar en el que me encontraba y les pedí información y orientación para poder seguir adelante. Me dijeron que todavía tenía horas de luz y que era conveniente que volviese mis pasos. Pero burro, seguí adelante y después de muchos esfuerzos conseguí llegar al alto, traté de orientarme por la luz y seguir por caminos que descendieran hacia la otra ladera en busca de la carretera que lleva al Alto de Velate. El descenso más que dificultoso se hizo largo, pero finalmente encontré la antigua carretera, casi bandonada desde la creación de un tunel que evita los problemas de los hielos y nives invernales. No pasaba absolutamente ningún vehículo y opté seguir andando hacia el alto hasta que llegó un coche que a la señal de alto paró para ayudarme y me acercó hasta Venta Ulzama, un hotelito con encanto. Agradecido le invité al hombre a tomar algo pero no asintió, nos despedimos, le di las gracias y entré al concurrido establecimiento donde tomé algo y pedí una habitación para pasar la noche. Todo un lujo para un peregrino. Me di una ducha bien caliente, llamé a casa para contar el contratiempo y me derrumbé sobre la cama tratando de descansar a la espera de la hora de cenar, tenía hambre pues había pasado el día sin apenas tomar bocado. Me sirvieron y atendieron de forma exquisita y después, algo más tranquilo, me retiré a descansar. A la mañana siguiente, relajado, bajé a desayunar y me atendió Felisa Goñi Ezcurra, propietaria de la venta que regenta la familia desde 1896. Felisa debía ser conocedora de la situación en la que había llegado y me prestó una cariñosa atención mientras le relataba los pormenores de mi aventura, le mostraba las acuarelas que llevaba en la mochila y le hablaba sobre el libro que acababa de editar con acuarelas del Camino de Santiago. En el hotel llama la atención la cantidad de cuadros y dibujos que llenan sus paredes y delata el interés que tienen por el arte y el porqué de la atención que Felisa Goñi mostraba al ir viendo las acuarelas.
Como os comentaba, tomé un buen desayuno y como previsión ante posibles problemas que me pudieran surgir mandé que me pusiesen un buen bocadillo para el camino. Pedí la cuenta, fui despidiéndome y creerlo, Felisa me invitó y no me cobró absolutamente nada: ni la suculenta cena, ni la habitación, tampoco el desayuno ni el bocadillo para el camino. Increíble, muchas gracias.
Como os comentaba, tomé un buen desayuno y como previsión ante posibles problemas que me pudieran surgir mandé que me pusiesen un buen bocadillo para el camino. Pedí la cuenta, fui despidiéndome y creerlo, Felisa me invitó y no me cobró absolutamente nada: ni la suculenta cena, ni la habitación, tampoco el desayuno ni el bocadillo para el camino. Increíble, muchas gracias.
Venta Ulzama está pasado el Alto de Velate en dirección Pamplona. Así que tras despedirme de Felisa Goñi me incorporé al gélido paisaje y retrocedí hasta el alto, me introduje en el pinar para seguir adelante rodeado completamente por la nieve y con gran dificultad para caminar...
3 comentarios:
Se te apareció San Acuarelo, Antón.
Suerte por esos caminos y abrígate
Muy interesante tu relato, algo que seguro nunca olvidaras
Supongo que le dejaste alguna acuarela,si ella fue tan cariñosa y no te cobro nada,lo menos que pudiste hacer era dejarle algo a cambio no?
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