Llegando a Villanúa. Acuarela (29-04-2003) - 32 x 38 cm
Cómo pasa el tiempo. Primavera del 2003. El Camino Aragonés fue mi primera experiencia en el Camino de Santiago. Había salido en Canfranc Estación (Huesca) un buen día primaveral, no estaba muy nublado y las dibujadas nubes dejaban entrever un cielo de luminoso azul. El camino, en descenso, transcurre por la margen izquierda del río Aragón entre árboles y arbustos de boj. Si hiciese calor no se notaría caminando por el interior del bosque y distraido por el sonido de las aguas bravas del deshielo haciéndose camino entre las piedras del cauce, pero el cielo se fue tornando nublado de gris plomizo, amenazaba lluvia y me puse hasta contento, iba a estrenar mi flamante poncho rojo geráneo. De inmediato comenzaron a caer las primeras gotas y tuve que darme prisa para ponerme el poncho. La mochila con los bártulos de pintar y el engorroso caballete de pintor impidieron, a pesar de las mil filigranas que realicé, ponérmelo y en un momento me vi empapado hasta los huesos. Si alguien vio la escena tuvo que reírse un rato. Paré para protegerme al pie de un farallón rocoso, monté un tenderete para secar la ropa y mientras tanto aproveché para, a duras penas, pintar esta acuarela en la que quedaron patentes las huellas de la lluvia.
Del Camino de Santiago tengo pintadas más de quinientas acuarelas, por ésta tengo una predilección especial.
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