No soy amigo de celebraciones, pero hay momentos en el que estar rodeado de amigos te reconforta. Nos juntamos para mi cumpleaños y no tengo palabras con las que agradecer todo a todos. Demasiado. Me regalaron muchísimas cosas: este pequeño hidroavión de hojalata, de niño siempre me encantaron casi como hoy; también este otro, fantástico también: un fósil de una vieira santiagueña que, desde luego, tiene algún año más que el moderno Camino de Santiago. Cómo me conocen.
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